martes, 6 de diciembre de 2011

Entendimiento del pasado

Es de carácter dificultuso y extenuante el hecho de volver a comenzar algo que das por hecho, por acabado, por  "finiquitado", quizás es por el hecho de reabrir "viejas perspectivas", estas obligan a modificarnos como seres humanos, como personajes, como actores y como "entes".

Por tanto después de un tiempo, duele y amarga el hecho de recuperar el pasado, aunque todos creamos que este es mejor y más luminoso. Aun así... ¿ Deberíamos fijarnos en el pasado? ¿ Deberíamos abrir nuestra caja de pandora? Esta pregunta es de cambiante respuesta, ambigua hasta su última letra, para unos si, para otros no.  Pero ... Para nosotros, en el contexto que nosotros somos personajes físicos los cuales se mueven por libertad propia y bajo la amplitud del sistema capitalista democrático. Entonces, mirar al pasado significaría, cambiar la perspectiva intentando que nuestros viejos "yos" y los futuros "yos" se pusieran de acuerdo, regulando de manera totalmente democrática una nueva política la cual sea eficiente y aplicable para las supuestas situaciones que se pudieran crear en el horizonte.

El entendimiento del pasado absorbe al ser humano, haciéndolo caer en millones de reflexiones sin ir más lejos, este texto es una pequeña reflexión mía, el entendimiento de mi pasado me puede dejar avanzar hacia el futuro, pero aun asi mi percepción es tan frágil y maleable, ya que los seres pensantes solo recordamos aquello que queremos, y lo interpretamos de la manera que nosotros creamos correcta, en otras palabras, pasado y su entendimiento tienen una relación totalmente arbitraria.

Surge entonces un dialogo extravagante, donde personificamos el pasado (poniéndonos en su piel como actores americanos) y el entendimiento (como narrador omnipresente). Quizás sea muy corta esta entrada, o quizás muy larga, pero es que los recursos de este tema son pequeños y concretos, a veces faltan y otras sobra, solo es una reflexión y como tal no debe sacar una solución concreta ni unos puntos a debatir solamente el sentimiento de pararte a pensar que entre tanto ajetreo, aún tienes derecho a cambiar.