jueves, 1 de mayo de 2014

261

Y te enterraré, te cogeré y con todos tus recuerdos (entre otros objetos de valor) te olvidaré. Solo me acordare de tu nombre, y porque durante un tiempo decidí aprendérmelo. Me desharé de todo aquello que la vida nos ha proveído, me convertiré en una mártir del mundo, la caminante sin rumbo.

Fotografia surreal de Oleg Oprisco.
Y cuando mis pies y mis manos hayan olvidado su recorrido, hayan decidido cambiar las viejas cicatrices y rellenarlas por nuevas alegrías...Entonces, es cuando me encontrare rodeada por ensordecidos paisajes, con animales y hermosos árboles. Ahí cuando todo lo urbano me haya abandonado, y de nuevo me reúna con mi sauce. Libremente pensare en el pesar que mi cuerpo recorre cada vez que tu voz me llama,me cuelga otra postura interna en mi entrometida imaginación, porque ante todo pronostico...

Mis manos, si estas horrendas y viejas manos, se desatan de su silencio perpetuo para hablar y contar la verdad de mi pasado, un pasado que no vuelve, un futuro que no sucede, y un presente imposible. Siempre las manos enseñan mi verdad, pero lo juro por tu nombre, lo juro ante esta bella espada que entre mis brazos poseo, que todo aquel pasado en que viví quedara atrás, y conseguiré erguirme sobre mis cansadas piernas para volver, o si quieres llamarlo empezar, a caminar.

Perjurando aquellos ojos de miradas hirientes, pero estaré segura que mi voluntad será lo suficientemente fuerte como para no verlos más allá de lo que son, un par de ojos. Y antepongo mi juramento para que me guie y me evite de comenzar cualquier otra empresa, pues cualquier perjurio ante mi deseosa voluntad solo supone la toxicidad de mi alma.